Éstas son algunas problemáticas que trabajo desde la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) así como integrando otros marcos terapéuticos.
La fobia es un temor persistente e irracional hacia un objeto, actividad o situación, que comporta la evitación del mismo.
Aunque cada enfoque psicológico aporta una explicación distinta sobre su origen, todos coinciden en que las fobias son una manifestación extrema del miedo y de la ansiedad. Esta experiencia subjetiva, ya sea por influencia del aprendizaje como por la contribución a su desarrollo —y/o mantenimiento— de componentes cognitivos distorsionados, puede abordarse con TCC. Por otro lado, el reconocimiento por parte de todas las perespectivas de la interacción de distintos factores y la complejidad del fenómeno, así como la relevancia del contexto social y cultural, implica necesariamente una síntesis integradora de la terapia.
Alteraciones significativas y prolongadas de nuestro estado de ánimo ya sea hacia la depresión, la euforia o una fluctuación entre ambos.
El ciclo negativo que caracteriza y perpetúa estos estados puede abordarse con TCC atendiendo y modificando la interacción entre pensamientos, emociones y conducta, así como también integrándola con otras perspectivas que nos ayudan a profundizar en nuestra experiencia subjetiva. Desde el Humanismo se interpreta los estados de ánimo como manifestaciones de la lucha humana por encontrar significado, autenticidad y propósito en la vida. Por ejemplo, la depresión puede surgir cuando una persona se enfrenta a la falta de sentido, la desesperanza o la desconexión de sus valores y auténticos deseos. O, por su parte, los estados eufóricos podrían reflejar una fuga de la realidad, un intento de escapar de la ansiedad existencial o una forma de evadir el vacío y la angustia.
A menudo, la ansiedad, conlleva una respuesta emocional desproporcionada frente a situaciones percibidas como amenazantes o estresantes. Físicamente, puede incluir síntomas como palpitaciones, sudoración, temblores, tensión muscular y problemas gastrointestinales. Se caracteriza por una experimentación excesiva y persistente, junto con comportamientos de evitación y otros síntomas que afectan la vida diaria.
Además de comprender y abordar la ansiedad desde el marco de la TCC atendiendo a la interacción entre pensamientos y conducta, desde un enfoque Fenomenológico-existencial su manifestación también puede ser considerada como una parte inevitable de la condición humana, derivada de la confrontación con las cuestiones fundamentales de la existencia. A través de esta perspectiva, la ansiedad que emerge al enfrentar y aceptar estas verdades fundamentales puede ser vista como una oportunidad para el crecimiento personal y la autenticidad.
El trauma puede definirse como una experiencia abrumadora que afecta tanto a la mente como al cuerpo, alterando significativamente el bienestar emocional, cognitivo, biológico y/o existencial de una persona. Esta experiencia desencadena una serie de respuestas adaptativas y defensivas que, si no se procesan adecuadamente, podrían resultar en patrones disfuncionales y sintomatología que se perpetúa.
La intervención terapéutica parte del reconocimiento de la heterogeneidad de sus respuestas y se basa en engendrar un entorno seguro, de apoyo, que promueva la experiencia de autorregulación y que favorezca la resiliencia y el crecimiento personal.
El estrés se refiere a una respuesta general del organismo ante demandas internas o externas que se perciben como desafiantes o amenazantes.
También puede abordarse con TCC trabajando en las cogniciones y comportamientos disfuncionales, conociendo con mayor detalle nuestra respuesta biológica al estrés y sus síntomas físicos asociados y/o complementarse con otros enfoques que profundicen en la experiencia subjetiva y sentido de la vida.
La frecuencia del establecimiento de relaciones conflictuales puede tener su origen en patrones persistentes de comportamiento, pensamiento y/o emociones que las dificultan.
La terapia requiere también una síntesis de la TCC en la que tenga cabida la historia de vida de la persona, experiencias tempranas y/o patrones de apego, así como la aceptación e incondicionalidad para expresar su mundo simbólico y, con éste, también aspectos inconscientes que puedan estar operando y dificultando la interacción con el otro.
Desde la psicología esta idea se refiere a procesos de desarrollo como la autoexploración, la autorrealización, la satisfacción de necesidades más básicas y las más elevadas, el reconocimiento de factores positivos y/o aquellos que contribuyen al florecimiento humano.
Además de atender desafíos emocionales y mentales, la terapia psicológica ofrece un lugar seguro para explorar nuestros pensamientos, emociones y comportamientos de manera más profunda, obteniendo así una comprensión más clara de nosotros mismos y de las relaciones con nuestro entorno. Ésta nos brinda la oportunidad para identificar áreas de fortaleza y debilidad y/o para aprender nuevas habilidades que nos ayuden a enfrentar situaciones de la vida que entrañan una particular dificultad para nosotros.
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